Este planeta cambiante por el que nos movemos es un organismo vivo y todos sus accidentes lo son. Animales, personas, océanos o montañas, no paran de transformarse. Y el tiempo, esa extraña invención humana, en su inevitable embestida, modela o crea, entre otras cosas, el ensueño de un paisaje. Los Dolomitas se cuentan, de modo unánime, entre los paisajes de montaña más bellos del Planeta. Lo sabe cualquier amante de la naturaleza, cualquiera que tenga el buen tino de dar un salto hasta allí. Lo sabe incluso la fría oficialidad de la Unesco que, en el año 2009, decidió que este mundo inmemorial de extrañas y majestuosas formas, pasara a formar parte del Patrimonio Mundial de la Humanidad.
Su belleza está hecha de perfiles verticales, pináculos, agujas y torres pétreas. Perspectivas inverosímiles que solo las eras geológicas han sido capaces de formar. Pero también hay una belleza hecha de matices íntimos, como la mudable atmósfera que surge de la luz solar y que pinta de colores la roca desnuda de estas montañas alegres.
Para apreciar estos matices, para admirar todas esas perspectivas, es por lo que este año volvemos a los Dolomitas.
Admiraremos también el hermoso panorama que se disfruta desde lo alto del llamado Sass Pordoi que, al igual que Lagazuoi, alcanzaremos en teleférico, sobrevolando literalmente uno de los paisajes más completos y conmovedores de todo este arco alpino. No en vano, desde lo alto de esta cima, a 3000 metros de altitud, la mirada se pierde entre rocas que emergieron del mar en lejanas edades, hasta alcanzar los perfiles de cumbres tan míticas como la Marmolada, el Sassolungo o el Catinaccio.
Ocasión habrá también de conocer, in situ, la conmovedora historia del desastre de la Diga del Vajont (la presa del Vajont): una aciaga noche del 9 de octubre de 1963, el Monte Toc se deslizó por la ladera de la presa y, al caer al lago, provocó una gigantesca ola que acabó con la vida de casi 2000 personas y causó la desaparición de poblaciones enteras.
Recién estrenada italia, en nuestro segundo día, visitaremos la poco conocida Savona, situada en la hermosa Riviera Italiana. Y, un día antes, de entrar en contacto con el espectáculo dolomítico, conoceremos la ciudad que vio nacer al celebre Stradivarius: la sorprendente Cremona.
El interior de la catedral es espléndido, está enteramente recubierto por frescos del artista Boccaccio Boccaccino y representa uno de los episodios cumbre de la cultura figurativa lombarda del siglo XIV. Tal es así que es considerada por algún estudioso del arte como la Capilla Sixtina de la Llanura Padana.
Desde el puerto, un barco nos llevará a la famosa Isla de If,
en cuyo castillo imaginó Alejandro Dumas las peores horas del Conde de Monte Cristo.
Desde esta antigua y mítica ciudad del sur de Francia emprenderemos el regreso a nuestra casa, pero con la mente más ancha y con el espíritu bien dispuesto para seguir viajando por esos ámbitos cotidianos que se conocen como nuestra vida.
Es al autor del texto y
el diseñador de todos
los viajes a Italia.
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