![Imagen](/uploads/2/9/2/9/29298641/3951963.gif?233)
Presentación de la exposición de Jesús Navales
Han sido muchos años de provocaciones e intentos.
Y esos mismos, de esquivos silencios como amable ocultación de la negativa.
Sí es esquivo.
Y ahora, no sé si ha sido mi insistencia y terquedad, o ha habido una conjunción planetaria de tablas y lienzos, cartones y papel, iluminados con acrílico suficiente, pero no en exceso.
Nada surge de la nada.
Han sido muchos años de provocaciones e intentos.
Y esos mismos, de esquivos silencios como amable ocultación de la negativa.
Sí es esquivo.
Y ahora, no sé si ha sido mi insistencia y terquedad, o ha habido una conjunción planetaria de tablas y lienzos, cartones y papel, iluminados con acrílico suficiente, pero no en exceso.
Nada surge de la nada.
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La vida es el arte de combinar los opuestos como complementarios, de armonizar las filias y las fobias como quien odia el polvo y aprende a convivir con él so pretexto de que es el terciopelo del tiempo.
En el arte de la vida y en la creación artística Navales hace lo que siente y lo expresa como una necesidad de dar salida a un mundo de emociones sorprendentes, turbadoras, agitadas, fascinantes, asombrosas, alucinantes.
Lo que no aporta algo sobra.
En la obra de Jesús está todo pensado, medido, calculado y contado 513 veces. Ni una más ni dos menos: rozando el número primo, la sección áurea y la sucesión de Fibonaci.
Sabe enlazar sutilmente la sencillez de la línea y el barroquismo de la curva. Hay en su obra sobriedad estudiada, premeditada y deseada, como complemento al curvilíneo mundo envolvente.
Traslada a sus obras la soledad eremítica del estudio, un ordenado descuido, el virtuoso equilibrio de lo inestable.
En el arte de la vida y en la creación artística Navales hace lo que siente y lo expresa como una necesidad de dar salida a un mundo de emociones sorprendentes, turbadoras, agitadas, fascinantes, asombrosas, alucinantes.
Lo que no aporta algo sobra.
En la obra de Jesús está todo pensado, medido, calculado y contado 513 veces. Ni una más ni dos menos: rozando el número primo, la sección áurea y la sucesión de Fibonaci.
Sabe enlazar sutilmente la sencillez de la línea y el barroquismo de la curva. Hay en su obra sobriedad estudiada, premeditada y deseada, como complemento al curvilíneo mundo envolvente.
Traslada a sus obras la soledad eremítica del estudio, un ordenado descuido, el virtuoso equilibrio de lo inestable.
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Nada hay más tedioso que la fatuidad de los que se creen grandes sin serlo; de los que utilizan el adjetivo “artista” como tarjeta de presentación. Ni más gratificante que el que sabe lo que es y no precisa aparentar; de quien presenta su obra sin páginas huecas de autocomplacencia, en vanos listados de exposiciones y colecciones que atesoran sus obras.
Aquí tenemos a Jesús Navales y su obra en estado puro. Con la misma frescura y entusiasmo que de niño pintaba con agua y con la misma rapidez que deslizaba el pincel, el sol le devolvía la desconchada realidad.
Domingo Albiac Berges
Aquí tenemos a Jesús Navales y su obra en estado puro. Con la misma frescura y entusiasmo que de niño pintaba con agua y con la misma rapidez que deslizaba el pincel, el sol le devolvía la desconchada realidad.
Domingo Albiac Berges